SOBREVOLANDO
Mi alma vaga, divaga por pedazos entre ríos y montañas
de una región desconocida, ahora por mí, donde vivieron
mis antepasados.
Soy alma errante que sobrevuelo, cual mitológico Pegaso,
la Cordillera Azul enclavada en un mar de verdes árboles;
que a la distancia se confunde con las nubes del cielo.
Voy raudo y calmo,
asciendo, desciendo;
camino, troto, corro; subo, bajo.
Levanto el vuelo cubriendo paisajes, laderas colinas, desfiladeros; cañones, abras; picos, cimas, abismos; escarpadas y enmarañadas montañas de luz; mesetas, pasturas; ríos, quebradas y valles.
Todo es hermoso cuanto divisan mis ojos, pero algo palidece, se ennegrece en mis ojos, que se obnubilan y una gota de lágrima
brota lentamente y revienta bañando mis ojos entristecidos.
Todo lo hermoso no es tan bello;
pues lo más bello,
falta en este mar azul de la cordillera:
Tú, hermosa picaflor, de zumbidos y supersónico vuelo
rozando cerca de mí, que alegre mi corazón solitario
que aún te busca en la espesa vegetación.
Quiero descubrirte amada azul, novia de blanco,
que callado y paciente no sólo te espero,
sino que voy hacia ti.
No te extraño, te anhelo, diosa mujer.
¡Te alcanzaré!
Cual mitológico Pegaso.
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