viernes, 3 de septiembre de 2021

REPORTE IMIRÍA

VACUNA ANTI COVID-19: ENTRE LA REALIDAD Y LA RELIGION EN LAS COMUNIDADES NATIVAS DEL LAGO IMIRÍA Y EL CHAUYA[1]


Una calurosa tarde del día viernes 6 de agosto de 2021, procedente de Pucallpa, llegué a la comunidad nativa shipibo-konibo de Caimito, ubicada en el lago Imiría, Distrito de Masisea, Provincia de Coronel Portillo, Región Ucayali.

Acompañaba a la delegación de apoyo a la vacunación anti COVID-19 -integrada por 5 miembros de la Cruz Roja Peruana (2 de Lima y 3 voluntarios de Pucallpa), 1 miembro de PRISMA Ucayali, 1 miembro del Programa Mujer de ORAU- en representación de la Organización Distrital Indígena de Masisea, ORDIM, junto con una compañera más, delegado por el Apu Humberto Sampayo Vásquez.

Al llegar al lugar nos sumamos al primer grupo -integrado por 3 miembros de la Cruz Roja (1 del comité internacional, 1 de la federación internacional y un joven voluntario de la ciudad de Pucallpa), 1 miembro de la Dirección Regional de Salud, 2 de ORAU (1 miembro del consejo consultivo e integrante del programa mujer y 1 del equipo técnico) que ya estaba realizando acciones de sensibilización dos días antes, en las comunidades aledañas a Caimito y que también ya habían iniciado la vacunación anti COVID-19, de la marca Sinopharm.

Por la noche sostuvimos una reunión de presentación de los integrantes de los dos grupos, de socialización de actividades realizadas por los primeros, así como sobre la programación de tareas para el día siguiente e intercambio de ideas y estrategias a emplear en las próximas visitas, según el cronograma establecido. Y hablando de estrategias, ésta se circunscribía en cómo hacer para que los comuneros shipibo-konibos acepten vacunarse la primera dosis contra el COVID-19, puesto que, según la información, la gran mayoría sino es decir todos, se oponían a recibir la vacuna; entre ellos los de la comunidad de Nuevo Loreto, donde, un día antes, por casi una hora un ‘xeke[2] mantuvo en jaque al grupo de sensibilización diciendo que la vacuna es negativa “por ser parte de un plan maquiavélico de exterminio de la población”, -además que entre otros argumentos o mitificaciones que expresan los mismos comuneros es el que la vacuna es el mismo “sello de la bestia”, según la predicción apocalíptica de la Biblia, del cual la gran mayoría son fieles creyentes y seguidores de las iglesias adventistas y evangélicas en sus diferentes sectas, misiones o divisiones- hasta que la miembro del consejo consultivo de ORAU le increpó en el sentido que dejara que la población decidiera por sí misma; haciendo que el aludido abandonara la asamblea diciendo que “mis compañeros no se van a vacunar”.

Asimismo, una de las miembros de la Cruz Roja, reconoció el aporte del pastor de la Iglesia del caserío Santa Clara, quien expresó que el “sello de la bestia“ no es la vacuna, porque la vacuna se pone en el hombro y “no en la mano derecha o en la frente” como dice La Biblia, en el libro del Apocalipsis, Capítulo 13:16-17[3]




Al día siguiente, como parte del grupo de vacunación anti COVID-19, llegamos a la comunidad nativa de Nuevo Loreto, antes de las ocho de la mañana, según la programación y en adelante, donde nos recibió el jefe de la comunidad muy entusiastamente junto a otros comuneros, quienes encendieron el pequeño grupo electrógeno y anunciaron nuestra presencia mediante altoparlante, invitando a los pobladores para la vacunación; acondicionamos los equipos y banners del proceso de vacunación en el local comunal y luego salimos dos parejas de a dos a un barrido relámpago casa por casa, mientras tres miembros del puesto de salud de Caimito esperaban a los comuneros para aplicarles la primera dosis. Durante el “barrido”, que también contemplaba hacer encuestas, una de las voluntarias de la Cruz Roja, dio con el xeke y le abordó para una encuesta, quien persistió en sus puntos de vista, tanto así que al despedirnos no nos quiso dar su nombre por ´cuestiones de seguridad’ a decir de él -más tarde le encontré nuevamente en Caimito, mientras hacíamos un segundo barrido como parte de las tres tardes adicionales de vacunación que acordó 

todo el grupo para coberturar más beneficiarios[4]-, pero que preguntando a otro poblador nos dijo que le llaman el “chimbotano”. En nuevo Loreto, dio inicio a la vacunación anticovid el propio jefe de la comunidad y otros comuneros más, que a pesar de haber alcanzado el mínimo esperado (30%), no se pudo vacunar a todos los pobladores.




Aquella noche, tras la reunión de evaluación del grupo sobre las incidencias del día, se realizaron algunos cambios y yo pasé a integrar el equipo de sensibilización yendo el día 8 hacia los caseríos de 23 de setiembre -conocido también como Rivera- y Bella Flor, lugar último donde como parte de mi intervención testimonial les mencioné que realmente la vacuna es “dolorosa”, en el sentido que el día que me pusieron la primera dosis en la comunidad de Nuevo San Juan del Km 13 de la carretera Federico Basadre, en la ciudad de Pucallpa, fue un día domingo 4 de julio, justo el día del cumpleaños de mi padre que se llama Justo y mis hermanos habían programado una pequeña fiesta, donde todos bebían su cervecita y yo no podía hacerlo, siendo eso para mí, lo más doloroso.

El equipo de vacunación siguió su ruta programada y yo con los de sensibilización partimos el día lunes 9 hacia la comunidad de Junín Pablo. Luego de las vicisitudes del trayecto por el caño de las vaciantes del Imiría y los pirales[5] del lago del Chauya -donde nos auxiliaron en diferentes momentos, los amigos Dan del Caserío Unión Vecinal y Oscar Abensur de Santa Clara, con sus pequeños botes motores peque peques jalando la embarcación mayor-, llegamos al caserío Unión Vecinal donde decidimos pernoctar y por la noche realizamos la reunión de sensibilización, donde el representante de la DIRESA encontró una pariente que era su tía.



De unión vecinal salimos a las seis de la mañana del martes 10; llegando a la comunidad de Junín Pablo, dejamos la embarcación mayor y nos dirigimos juntamente con el personal del puesto de salud, hacia la comunidad de Nueva Yarina, ubicada al otro lado del lago, cuyo cauce da inicio al lago del Chauya, el cual cruzamos en el pequeño bote motor de Oscar Abensur, atracamos en el puerto del caserío 12 de Mayo e iniciamos la travesía por camino entre el bosque. Yo me adelanté, tras preguntar a la teniente gobernadora sobre la ruta del camino; tras veinte minutos de camino parte del grupo me dio alcance en un motocarro y pasaron raudos, pero les di alcance más adelante donde repentinamente había caído un árbol que, mientras cortaban su tronco y ramas limpiando el camino, avanzamos a pie y luego nos alcanzó nuevamente el motocarro un tramo más adelante y nos embarcamos en ella y así ingresamos a la comunidad de Nueva Yarina. El motocarro retornó a traer a los demás que venían atrás, pero ellos también llegaron caminando, puesto que se encontraban cerca y ya habían entrado en calor. Tras un breve desayuno en la casa de Juanita, donde nos sirvieron un guiso de huangana[6] -que una semana después el enfermero de Junín Pablo me diría que fue ronsoco[7]- acompañado de su agüita de cocotero. El apu de la comunidad de Nueva Yarina, durante la reunión fue enfático en diversas preguntas como porqué les “obligan” a ponerse la vacuna sabiendo que a “matado” a otros, que está provocando reacciones negativas a los que se han puesto antes, entre otros mitos que había escuchado, y que la decisión de su pueblo es “no vacunarse”. Sus interrogantes fueron respondidas por los miembros del grupo y entre ellas participé mencionándole que el año pasado la pandemia nos tuvo a todos asustados y en las comunidades nativas decíamos que porqué el Estado nos ha olvidado y frente a ello afrontamos la pandemia con la medicina tradicional y que resultaba irónico que, hoy que el Estado y los aliados de ORAU llegan a la comunidad con la vacuna, lo rechazan. Al concluir la reunión, el apu dijo que volverá a consultar a su población y que venga nomas el equipo de vacunación el día fijado: 14 de agosto.




Por la tarde, tras retornar de Nueva Yarina a Junín Pablo, un miembro de la Cruz Roja y yo, nos separamos del grupo de sensibilización y fuimos al caserío de Bella Flor, en el botecito de Oscar Abensur, para reforzar al grupo de vacunación, puesto que aquel día retornaron a la ciudad de Pucallpa, tres miembros (1 de PRISMA, 1 del programa mujer de ORAU y 1 de ORDIM, además que la miembro del consejo consultivo hizo lo mismo dos días antes, para asistir al congreso nacional de AIDESEP, que se realizó en Pucallpa los días 7, 8 y 9 de agosto).

El miércoles 11 amaneció el día con una pequeña ventisca -que amenazaba con desatar un temporal- que agitaba las aguas del lago Imiría, señal que indicaba que no podríamos desplazarnos con la embarcación, en prevención de algún naufragio. El cielo estaba sombrío, con nubarrones que oscilaban entre grisáceas y negras, pero hacia el fondo del cielo o más allá, se vislumbraba una pequeña abertura azul, por donde el sol pugnaba por salir y la ventisca seguía y las aguas del Imiría se encrespaban de a poco, que hizo que una pequeña plancha móvil del piral[8] arrimara a la embarcación, casi varándola por sobre las finas arenillas del puerto de Bella Flor. Aun así y con la esperanza que amainara el cuasi temporal, zarpamos para llegar a la hora indicada al caserío Pacífico, ubicada a una distancia de 20 minutos aproximadamente en bote fuera de borda. Para sorpresa nuestra, llegamos con un cielo veraniego, como si la ventisca hubiese sido engullida por alguna anaconda mitológica del lago, y nos dirigimos al local de uso múltiple, al cual nos guió la enfermera del puesto de salud de Bella Flor, quien con su dinamismo y alegría contagiante, se contactó rápidamente con la gente, mientras nosotros hacíamos la limpieza del local que tenía restos que indicaban que hacía no mucho tiempo hubo una fiesta; acondicionamos el local con los banners indicadores del proceso de vacunación y luego salimos en pareja a hacer un “barrido casa por casa” invitando a los vecinos a vacunarse, donde tuve la grata sorpresa de encontrar nuevamente a mi primo “Ricachón”, con quien el día lunes me reencontré después de 5 años y, entre otras cosas, nos dijo que no se vacunaría; de igual manera escuchamos el testimonio de Segundo, quien nos dijo que antes le conocían con el sobrenombre de “Siete”, por tener el cuerpo encorvado, tanto al costado y por delante, en forma parecida al numero 7, que quedó así tras un accidente manejando maquinaria pesada y que al quedar desempleado, con una mujer recién dada a luz y los estragos de la pandemia del COVID-19, no tuvo otra alternativa más que trasladarse a la “chacra” donde literalmente “nada te cuesta y todo está a la mano”, al menos el pescado aquí en el Imiría, nos cuenta, a donde llegó viajando dos días en bote motor en compañía de su padre -don Walter Mozombite, quien es amigo mío y de mi padre y a quien luego encontré en el local de vacunación-, donde recuerda que en tránsito a este lugar y al caer la noche, los comuneros de Puerto Purín, no les permitieron atracar en el puerto, por temor al COVID-19 y tuvieron que dormir como “apestados” en una playa alejada en uno de los recodos del río Tamaya. Asimismo, nos relató cómo llegó a sanarse: “Una mañana fui con mi padre a ver mi trampa[9] y al cortar una rama que impedía el paso de la canoa, solté mi machete al agua, entonces me incliné por el borde de la canoa metiendo mi brazo al agua, como no podía ubicarlo introduje mi medio cuerpo con los dos brazos para buscar y sujetar el machete, que al querer regresar a mi posición original no pude y tuve que hacer un esfuerzo fuera de lo normal porque ya estaba queriendo ahogarme, entonces logré sacar mi medio cuerpo del agua y con la fuerza que hice me volteé más de lo normal y sentí un dolor inmenso en mi columna que sonó muy fuerte, “truck[10] y en ese instante con el dolor me paré y avancé hacia la proa”. Segundo Walter, como reflexionando sobre este suceso, ahora recuerda las palabras de su padre que exclamó diciendo “¡Has caminado hijo!” y tras reponerse de la sorpresa, agregó “Dios tuvo un propósito contigo, que se cayera el machete al agua. Un accidente te enfermó y un accidente te sanó” y concluyó su narración diciéndonos “Ahora estoy bien, me he sanado, estoy haciendo mis chacras y estos horcones de tahuarí[11] que ustedes ven, yo solito los he cargado”.

Segundo Walter fue uno de los tantos pobladores que nos recibieron en la humildad de sus casas, con mucho agrado y amistad, tanto así que nos sirvió una deliciosa mazamorra de harina de plátano que cultiva en su chacra. Nos despedimos de él quien dijo que se alistaría para ir a vacunarse y nosotros proseguimos con el “barrido” que, dicho sea de paso, fue el último, ya que las otras casas contiguas al puerto se encontraban sin sus ocupantes, y nos dirigimos al local donde veíamos que uno que otro entraba a vacunarse. Después de transcurrido unos minutos, observé hacia el puerto y vi que se acercaba alguien apoyado en sus muletas de madera, siendo grande mi sorpresa al reconocer a “Ricachón” quien, al llegar hacia nosotros, nos dijo que venía a vacunarse, causando en nosotros una gran alegría. Luego de terminado el tiempo de observación, pedí a uno de los miembros de la Cruz Roja que le tomara una foto para gestionar[12] su constancia de discapacidad en la municipalidad distrital de Masisea y su posterior acreditación ante el MIDIS[13] y obtenga los beneficios que le corresponden. Luego, visitando una vivienda cercana encontré al agente municipal quien me comentó que no podía vacunarse porque desde hace tres días estaba tomando trago con el curandero que cura con trago y le estaba tratando a su hijita. Con un quemante sol, retornamos a Bella Flor, donde descansamos la tarde.

Al día siguiente, jueves 12, a la hora acostumbrada por la mañana enfilamos proa hacia el caserío 23 de Diciembre, conocido como Rivera, cuyas casas se encuentran en la punta de una isleta alrededor de un pequeño espacio libre que hace una especie de canchita múltiple o plazuelilla con una calle por el lado derecho que se interna hacia el fondo hasta un campo de futbol, donde al otro extremo se levanta el local escolar, donde se determinó para la vacunación, el cual fue uno de los pocos locales que encontramos en perfectas condiciones: pulcro y limpio, refaccionado, piso de concreto, techo de calamina, paredes de madera pintadas y su mobiliario escolar pintado con barniz y encharolado. La vacunación terminó antes de la hora convenida y por indicación de la enfermera cruzamos la pequeña resaca y nos trasladamos al frente, el caserío Santa Clara, donde sólo habitan 6 familias y si se encontraban los vacunarían para ganar tiempo y no regresar mañana, para abreviar el tiempo; sin embargo, sólo encontramos a tres personas que nos dijeron que nos esperan para mañana y los demás se encuentran realizando sus labores cotidianas en sus chacras, por lo que optamos por retornar nuevamente a Bella Flor.


El viernes 13 nos dirigimos al caserío Santa Clara, donde encontramos a la gente esperándonos, pero muchos de ellos indecisos por uno u otro motivo, sin embargo, como de allí es morador el amigo Oscar Abensur, con algunas bromas disipó sus “dudas y temores” y todos los que estaban presentes se vacunaron. A eso de las diez de la mañana, enrumbamos hacia el otro extremo del lago Imiría, más o menos a la mitad, al caserío La Perla del Imiría, ubicada al frente de la comunidad de Caimito, donde al observar el ánimo de la gente concluimos que nos estaban esperando, puesto que algunas personas se encontraban en faena de limpieza de su campo deportivo. La vacunación se realizó en los ambientes del pequeño local escolar, donde nos recibió su profesor. Luego de vacunar a todos quienes se encontraban presentes, el licenciado y la enfermera se dirigieron a la casa de un señor anciano que se encontraba postrado y los acompañé, resultando el anciano ser el papá y abuelo de unos amigos de la familia a quien conocimos en el caserío Abujao muchos años atrás. Mientras esto sucedía, paralelamente un miembro de la Cruz Roja, infructuosa e insistentemente llamaba por teléfono a la sub jefa de la comunidad de Caimito, para encargarle el almuerzo que tras un “milagro” de Jesús -que así era el nombre de unos de los miembros del equipo- logró comunicarse con ella, quien respondió que se encontraba en Masisea y adiós almuerzo, ya que en Bella Flor no encargamos el almuerzo confiados que lo haríamos en Caimito y como por la tarde nos desplazaríamos a Junín Pablo, todos acordamos apurar la retirada de La Perla del Imiría, el caserío que “sí existe”, a decir de “Washito Lao[14] según slogan impreso en el letrero que donó al caserío , colocado en el puerto principal.

Tras recoger los equipajes y el lote de vacunas, juntamente con el personal de salud de Bella Flor, zarpamos a la comunidad de Junín Pablo, tras despedirme del Sr. Barboza, con quien hice amistad, durante mi permanencia en ella. Llegamos a Junín Pablo, donde observé que había un espíritu de fiesta con la presencia de grupos de personas entre jóvenes y adultos que caminaban y jugaban fulbito y vóley por uno y otro lugar, que posteriormente nos enteramos que pertenecían a varias delegaciones cristianas allí presentes que habían llegado con motivo de una fiesta de avivamiento y alabanza organizado por la iglesia evangélica “Tiempo de Dios”. Luego de almorzar como errados, nos acondicionamos en los ambientes del puesto de salud, con autorización de su jefe, un licenciado en enfermería. Una hora mas tarde, el personal del puesto de salud de Bella Flor se despedía de nosotros, con abrazos y gestos de mutuo agradecimiento por los días de trabajo en favor de los pobladores, retornando a su lugar, siempre en compañía del integrante del grupo “cero o de avanzada”, el amigo Oscar Abensur.

En horas de la noche, Junín Pablo era un bullicio y la gente se centralizaba en el frontis de la Iglesia “Tiempo de Dios”, ubicada en la calle central de la comunidad, donde acondicionaron un estrado y allí se presentaban artistas, cantantes, pastores y ministros de la palabra de Dios, entre ellos el grupo Kerigma canta internacional y la delegación de la comunidad intercultural de Cantagallo, ambas provenientes de la ciudad de Lima, así como otras delegaciones venidas de otros lugares de la región Ucayali, como Aguaytía, Iparía, Masisea, etc., donde entre sus diversos cantos, mensajes, testimonios y prédicas estaban dirigidas a “fortalecer su fe en Dios” y no ser “jonibo yusma[15] puesto que según la Biblia en el libro de Los Salmos capítulo 91[16], Dios garantiza su protección a quienes confían en Él -que muchos repetían días posteriores en tertulias indistintas, durante las visitas, como lo acontecido posteriormente en una casa de Nueva Yarina, donde encontramos un grupo de “hermanos” descansando luego de los tres días de vigilia que concluyó aquella madrugada- y en el libro de Apocalipsis Capitulo 20:11-15[17], que
no hay muerto grande ni pequeño y por tanto sólo deberían confiar en él y no vacunarse, porque eso es el “sello de la bestia”.


A primera hora del día sábado 14, cruzamos en un bote con toldilla el brazo del lago del Chauya, acoderamos en el puerto del caserío 12 de Mayo y nos dirigimos caminando hacia Nueva Yarina, pues aparte de mí, sólo se encontraban los miembros de la Cruz Roja -quienes en todo momento mostraban su entrega indesmayable en el desplazamiento para llegar hasta el poblado, sea por tierra o por agua-,que aquella mañana caminaban sin denuedo por la trocha bajo la sombra de los árboles y claros de sol, entre lomadas y bajadas del terreno por donde serpenteaba el camino, pues de sus cinco miembros, tres eran voluntarios y de ellos dos eran mujeres jovencitas que con mucho arrojo iban con pasos decididos y fuertes superando el cansancio, pues sus ánimo contagiaban a todos y el camino se volvía más ameno. Por acuerdo anterior y cumpliendo con el acuerdo del grupo, sólo el personal de salud de Junín Pablo se adelantó en un motocarro, para así atenuar el cansancio de una caminata bajo el sofocante sol de esos días y así llegaran expeditos y frescos para aplicar la vacuna. Grande fue la sorpresa cuando allí finalmente sólo se vacunó un anciano en el local escolar en toda la mañana, según lo programado. El jefe de la comunidad brilló por su ausencia, sino que llegó a su casa simultáneamente al mediodía, a la hora que nos retirábamos, diciendo que se había ido temprano a la cocha. Por persuasión de la enfermera, se vacunó en casa el agente municipal, a quien le encargamos que si hay otros pobladores que quisieran vacunarse podrían hacerlo más tarde en el caserío 12 de Mayo o mañana en Junín Pablo. Casi al concluir la vacunación en 12 de Mayo -que dicho sea de paso se vacunaron todos quienes estaban presentes-, llegó un poblador de Nueva Yarina a pedir que lo vacunaran.

Luego de  esta “non grata” experiencia, el día domingo 15 fuimos al caserío Unión Vecinal, donde para sorpresa nuestra, todos se vacunaron, en un número de 43 personas, donde lo más resaltante en el “barrido de casas” todos nos decían que sí van a vacunarse y hasta hicieron cola, que anecdóticamente vi hasta dos colas: una de personas en la entrada del local escolar y otra de vacas al costado del mismo local, puesto que Unión Vecinal a la vez es un pasto donde pastan las vacas a su libre albedrío[18].

El día lunes 16 de agosto, fue nuestro “
Waterloo[19] en la comunidad nativa del pueblo shipibo-konibo Junín Pablo, donde sólo 10 personas decidieron y aceptaron vacunarse contra el COVID-19 en relación a cerca del millar de habitantes con que cuenta, pese a que a las seis de la mañana, al concluir el vespertino programa evangélico que se difunde por el altavoz comunal, fui a convocar e invitar a la población a vacunarse, haciendo alusión a la presencia de los diversos aliados presentes en el lugar, producto de las gestiones de ORAU y ORDIM, a quienes también entrevisté en directo a los representantes de la Cruz Roja y PRISMA, que de igual manera informaron los beneficios e importancia de la vacuna anticovid. Al concluir dicho acto se apersonó el jefe de la comunidad, que tras saludarle me dijo que ya el personal de la comunidad está haciendo la limpieza y acondicionamiento del local comunal para el proceso de la vacunación, del cual ya tenían conocimiento que fue anunciado por el grupo de sensibilización -que días antes había “bajado” a la ciudad de Pucallpa al concluir su misión-. Luego de este breve acto de invitación, conjuntamente con los miembros de difusión que un día antes retornaron a Junín Pablo, acondicionamos tres motocarros adornados con globos y cintas multicolores y abanicos alusivos a la vacuna y salimos en caravana recorriendo todas las calles y barrios de la comunidad, perifoneando con un megáfono y spots grabados por USAID, PRISMA Y ORAU en idioma shipibo, asháninka y castellano. De igual manera coordinamos con el director de la Institución Educativa Agropecuario Bilingüe “Leoncio Prado” y fuimos a invitar a los alumnos mayores de 18 años para vacunarse. Allí nos refirieron que todos los docentes ya están vacunados y solo a uno de ellos le faltaba la segunda dosis, siendo uno de los que se vacunó por encontrarse en el lapso de tiempo de los 21 días mínimos posteriores de la primera dosis. Sin embargo, concluida la campaña de vacunación con esos resultados nada alentadores el personal de salud se retiró del local de vacunación y se constituyeron al puesto de salud, donde en horas de la tarde, incluida la noche, vacunaron a algunos más que voluntariamente se acercaban a vacunar, incluso procedentes desde el caserío Bella Flor que para admiración al día siguiente llegaron de madrugada y fueron atendidos antes de partir para Santa Rosita del Chauya.

Para desplazarnos a Santa Rosita del Chauya, la tarde anterior acordamos subdividirnos en dos grupos: uno de sensibilización compuesto por seis personas y otra de vacunación con igual numero de integrantes que irían en momentos diferentes, para que la embarcación o bote motor hiciera dos viajes para transportar los dos subgrupos según el itinerario siguiente: puerto de Junín Pablo-pasto del Sr. Rolando Chacón y viceversa, en un lapso de media hora cada uno, luego cada grupo caminaría por entre el pastizal cruzando el monte hacia la otra orilla del lago Chauya, en promedio de 20 minutos, para ser recogido por otra embarcación proveniente del caserío de Santa Rosita de Chauya y surcar las aguas del lago en promedio de 25 minutos para recién arribar al destino, mientras otro bote hacía los mismo con el otro subgrupo y realizaría el mismo trayecto. Y así fue.




Aquella mañana del martes 17, se cumplió el plan tal como se había programado, resaltando la presencia del Sr. Rolando Chacón, poblador del lugar y propietario del pastizal donde desembarcamos y solícitamente se dispuso ser nuestro guía para atravesar el pastizal y el monte alto; en el pastizal todos nos mojamos con la shullma[20] o rocío de la mañana que queda impregnado en las hojas de las gramíneas de brachiaria[21] y de las leguminosas de kudzu[22] y en el monte alto nos recibieron diversidad de aves y pajarillos que cantaban alegre la mañana. Llegando al otro lado del terreno, tuvimos que esperar un buen tiempo y con alegría logramos divisar a lo lejos que se acercaba una embarcación, eran las autoridades comisionadas para trasladarnos hacia su caserío, y detrás de ella otro bote más para recoger al siguiente sub grupo que venía detrás de nosotros.


Ya en Santa Rosita del Chauya, luego de recibir la bienvenida del único profesor del lugar y tras haber acondicionado el local de la escuelita, iniciamos la charla de sensibilización dando a conocer la importancia de la vacuna contra el COVID-19, donde algunos presentes también hicieron preguntas parecidas al apu de Nueva Yarina, como que tenían noticias de que una señora vacunada en Caimito había convulsionado, entre otras más, a lo que una miembro de la Cruz Roja fue enfática en refutar tal afirmación informando que mientras ella se encontraba en Caimito por más de 5 días y otros que se quedaron más días posteriores a la vacunación no se había reportado caso alguno por el personal del puesto de salud de Caimito, mucho menos se escuchó algo así durante los tres días que se vacunó en horas de las tardes en dicho lugar, y que en todo caso el morador diera el nombre completo de la persona aludida para corroborar en el instante con el personal de salud de Caimito. También intervine como representante de ORDIM enfatizando que hasta cuando tomamos algún vegetal, como el látex de ojé [23] para darles a nuestros niños o para nosotros mismos, tenemos que dietar antes y después y que en todo caso por nuestra salud tenemos que privarnos de ciertas cosas, pues de igual manera es la vacuna, que solamente requiere ciertas abstenciones antes y después. Posterior a ello y luego de otras aclaraciones, los asistentes expresaron su decisión de vacunarse, logrando que todos los presentes recibieran la primera dosis de vacuna. Lo sorpresivo para nosotros fue que al finalizar la vacunación, las autoridades, profesor y moradores nos sirvieran una riquísima vianda consistente en un exquisito guiso de majás[24] y asado de lisa negra [25] acompañado con arroz blanco, su inguiri[26] y un delicioso refresco de toronja[27], el cual departimos con mucho gusto y agrado junto con ellos, denotando otro tipo de organización y recepción comunitaria en agradecimiento por la llegada del personal de salud y demás acompañantes procedentes de muy lejos llevando hasta el mismo caserío tan importante medicamento, por unos ansiadamente esperado y por otros rotundamente rechazado. A esta altura de las cosas cabe una pregunta ¿Hasta qué punto estuvo sincronizada la oficina de imagen de la ORAU con los miembros de los grupos de sensibilización y vacunación para informar a los pobladores de las comunidades del Imiría-Chauya sobre los pormenores e incidencias de las actividades que desplegaban en la zona? ¿Contaban asimismo con el cronograma de visitas a las comunidades para su respectiva difusión, anunciación, anticipación, programación y cambios en el lugar de los hechos para que los comuneros tengan real conocimiento de causa y predisposición para las vacunas?



La despedida de Santa Rosita de Chauya fue muy emotiva porque todos estaban contentos y agradecidos mutuamente y de nuevo los sub grupos se embarcaron cada uno en el bote que les transportaría hacia el otro lado del lago y emprender el camino de regreso hacia Junín Pablo, en medio de una paisaje cuasi paradisiaco y a la vez tenebroso por el oscuro color de las aguas del lago pero que provocaban tocarlo para sentir su frescor bajo los radiantes rayos del sol del mediodía que a esas horas eran repelidas por las suaves brisas del viento que encrespaban las olas y todos nosotros nos olvidábamos momentáneamente del bullicio de las grandes urbes.

Al amanecer del día miércoles 18 de agosto, nos despedimos del enfermero del puesto de salud de Junín Pablo y nos dirigimos al puerto principal de la comunidad, embarcándonos en compañía de los zancudos y la neblina que circundaba el lugar, zarpando luego rumbo hacia la ciudad de Pucallpa, donde arribamos a las once de la mañana.

De un universo de 2100 personas, incluyendo a las cuatro personas de la comunidad nativa de Nuevo Egipto, sólo se vacunaron 355 personas (Ver Anexo N° 01), que viene a ser el 16.90% de la población. Entendiendo que sólo podían vacunarse mayores de 18 años, que vendría a ser el 60% de la población, representada en 1260 personas, entonces se infiere que se logró vacunar solamente al 28.17% de personas mayores de 18 años.

Esta cifra resulta totalmente alarmante, el cual demuestra que todo el esfuerzo desplegado por las instituciones aliadas convocadas por la ORAU ha sido inútil y frente a ello, la ORAU tácitamente “estaría perdiendo credibilidad”[28] ante las instituciones aliadas, como en este caso PRISMA, Cruz Roja y la DIRESA, quienes desplegaron toda una logística y personal para llegar directamente a las comunidades y éstas no respondieron a las expectativas, a diferencia de pobladores de los caseríos que aun no siendo bases de ORDIM-ORAU, generalmente en su mayoría se mostraron asequibles y predispuestos a la vacuna, como es el caso del caserío Unión Vecinal.

¿Cuál sería el factor determinante para este resultado? ¿Acaso la escasa capacidad de convocatoria o convencimiento de la organización matriz a través de sus dirigentes y soporte técnico para con los comuneros? ¿Los comuneros tuvieron poco tiempo para informarse sobre las bondades de la vacuna contra el COVID-19 o es que tenían prejuicios en contra de la vacuna, sea por ignorancia o por la enraizada presencia e injerencia de las iglesias evangélicas u otras a través de sus pastores o medios de comunicación afines? ¿La oficina responsable de comunicación de la ORAU no estuvo a la altura para afrontar esta situación o simplemente no sintonizaron con el momento? En todo caso también amerita preguntarnos cuánto ha invertido el Estado o las instituciones aliadas en la difusión publicitaria de esta campaña de vacuna contra el COVID-19 y a qué medios y cuánto representó la inversión monetaria para la difusión de los spots publicitarios. Puesto que todo tiene relación una con otra y que nada está aislado.

 

CONCLUSIONES Y SUGERENCIAS

§  Es necesario que todas las actividades de la institución estén sincronizadas entre los directivos y la oficina de imagen de la ORAU, para lograr la efectividad de las acciones que se emprendan en beneficio de la población.

§  Es indispensable el enlace institucional, para la difusión pre y post actividad y la evaluación de la misma.

§  Haber alcanzado solamente un 28.17% de población vacunada, es una alarma de cómo y cuánto está engarzada y enraizada la gran mayoría de la población shipibo-konibo con las iglesias adventistas y evangélicas en sus diferentes sectas, misiones o divisiones que tienen presencia en el lugar y que distorsionan la mentalidad de sus “creyentes” en torno a mitos como el “sello de la bestia” que en lo que respecta a la vacuna contra el COVID-19, tendrá funestas consecuencias.

§  La ORAU y sus bases tienen una urgente tarea de reformular sus planes de acción operativa y social en relación a los aliados-población.

§  El Estado y las instituciones aliadas deben reformular su actuar en relación al criterio que tienen sobre la difusión publicitaria de las campañas que emprenden con las comunidades nativas y/o aborígenes, debiendo hacerlas en alianza con los comunicadores indígenas y no solamente con medios o programas tradicionales.

§  Es necesario reflexionar sobre las consecuencias del COVID-19 en torno a su origen y consecuencias en el contexto del mundo globalizado y la idiosincrasia de nuestra gente.

 


ANEXO N° 01

CANTIDAD DE POBLACION POR COMUNIDADES Y CASERÍOS Y CANTIDAD DE VACUNADOS POR PUESTO DE SALUD

LUGAR

POBLACION TOTAL

FAMILIAS

VACUNADOS[29]

 

OBSERVACIONES

 

PUESTO DE SALUD CAIMITO

911[30]

 

127

 

1

CN Caimito

522

 

66

48 vacunados el primer día, 06 vacunados el segundo día por la tarde y 12 vacunados el tercer día por la tarde; gracias al desprendimiento y entrega del personal de salud, al igual que en los otros puestos de salud.

2

CN Nuevo Loreto

111

 

13

 

3

CN Buenos Aires

67

 

15

 

4

Caserío Flor del Imiría

179

 

8

 

5

Caserío Nueva Generación

32

 

25

 

 

PUESTO DE SALUD BELLA FLOR

293[31]

67[32]

126

 

6

Caserío Bella Flor

167

40

45

 

7

Caserío Santa Clara

10

3

9

 

8

Caserío Pacífico

46

8

23

 

9

Caserío La Perla del Imiría

29

6

17

 

10

Caserío 23 de Diciembre

41

10

32

 

 

PUESTO DE SALUD JUNIN PABLO

892[33]

 

102

 

11

Caserío Unión Vecinal

68

 

45

 

12

Caserío 12 de Mayo

63

 

18

 

13

CN Nueva Yarina

127

 

3

 

14

CN Junín Pablo

595

 

18

10 vacunados por la mañana y 08 el resto del día y madrugada del día siguiente. Según las coordinaciones realizadas por el grupo de sensibilización, se tenía previsto que los pobladores de la CN Nuevo Egipto (Con sólo 01 familia) debían trasladarse para la vacunación en Junín Pablo, debido a la casi inaccesibilidad para llegar al lugar, pero tampoco llegaron.

15

Caserío Santa Rosita de Chauya

39

 

18

 

TOTAL

2096

 

355

 

Fuente. - Municipalidad Distrital de Masisea y Puestos de Salud de Caimito, Bella Flor y Junín Pablo. Elaboración personal.

  

ANEXO N° 2

UBICACIÓN DE LAS COMUNIDADES Y CASERÍOS DE LOS LAGOS IMIRÍA Y CHAUYA

 





[1] Lagos ubicados en el distrito de Masisea, provincia de Coronel Portillo, Región Ucayali. El Imiría tiene una extensión de 38,14 Km2 y el Chauya cuenta con una extensión de 34,77 Km2 y entre éstas se encuentra el Área de Conservación Regional Imiría

[2] Vocablo shipibo-konibo que se refiere al poblador andino o poblador de la sierra.

[3] 16 Y hacía que a todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos, se les pusiera una marca en la mano derecha o en la frente, 17 y que ninguno pudiera comprar ni vender, sino el que tuviera la marca o el nombre de la bestia o el número de su nombre.

[4] Es destacable la entrega desplegada por todos los miembros del puesto de salud de la comunidad nativa de Caimito, quienes aceptaron apoyar la campaña de vacunación aún fuera del horario establecido todos los días que le correspondían de 8 de la mañana hasta la 1 de la tarde, y vacunaron por tres días subsiguientes de 4 a 6 de la tarde.  De igual manera y de similar entrega, es destacable la participación decidida de los otros trabajadores de los puestos de salud de Bella Flor y Junín Pablo, donde en ésta ultima fui testigo que el Lic. Enf. Carlos Mere, como parte de su abnegada labor, vacunó posteriormente a un poblador del caserío Bella Flor a las 5 de la mañana -porque estuvo programado salir a las 6:30 am hacia Santa Rosita de Chauya-, informado que aquel día era el último día que estaría el grupo de vacunación por la zona del Imiría.

[5] Masas vegetales flotantes de diversos tamaños y formas, propio del ecosistema típico de humedal amazónico, compuestas principalmente por el piripiri (Cyperus articulatus y diversas variedades de la familia Ciperaceae) que abundan en el lago, asociadas con otras especies de huamas (Echinodorus macrophyllus (Kunth) Micheli, Pistia stratiotes L., Rhodospatha latifolia Poepp., Kyllinga pumila Michx., Saccharum officinarum, etc.), incluso donde crecen árboles de ceticos (Cecropia ficifolia Warb. ex Snethl.) y otros arbustos, donde conviven con otras especies de animales, reptiles y aves, pero que en conjunto son el principal soporte para la alimentación de peces y otras especias ictiológicas del lago.

[6] Tayassu pecari; animal comestible de la selva, cuya carne es muy exquisita, parecida a la del chancho.

[7] Hydrochoerus hydrochaeris; roedor gigante de la selva que vive en las orillas de los ríos, lagos y quebradas. Se alimenta de hierbas y, según la creencia de los lugareños, su consumo produce alergias y manchas en la piel del ser humano.

 

[8] Singular de pirales, et supra.

[9] Red de hilo de nylon, que colocan los pescadores o pueblerinos del lugar, a lo largo de la orilla o hacia adentro del lago para atrapar los peces.

[10] (Regionalismo) Voz onomatopéyica para nombrar cualquier sonido.

[11] Tabebuia serratifolia Nichols; árbol maderable de la selva, dura y muy pesada, de corteza áspera y flores amarillas que destacan por sobre el verde follaje del bosque.

[12] Acción que ya había iniciado la enfermera Miriam, del puesto de salud de Bella Flor y que al segundo día me informó que se comunicó con un miembro de la municipalidad de Masisea y le dijo que ya contaba con la respectiva constancia para Ricachón.

[13] Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social.

[14] Probable candidato a la alcaldía de Masisea en las próximas elecciones, quien ya tiene varias candidaturas perdidas, una con UPP y otras con Fuerza Popular.

[15] Vocablo shipibo-konibo que significa hombres cobardes.

[16] Morando bajo la sombra del Omnipotente:  1 El que habita al abrigo del Altísimo morará bajo la sombra del Omnipotente. 2 Diré yo a Jehová: Esperanza mía y castillo mío; mi Dios, en quien confiaré.» 3 Él te librará del lazo del cazador, de la peste destructora. 4 Con sus plumas te cubrirá y debajo de sus alas estarás seguro; escudo y protección es su verdad. 5 No temerás al terror nocturno ni a la saeta que vuele de día, 6 ni a la pestilencia que ande en la oscuridad, ni a mortandad que en medio del día destruya. 7 Caerán a tu lado mil y diez mil a tu diestra; mas a ti no llegarán. 8 Ciertamente con tus ojos mirarás y verás la recompensa de los impíos. 9 Porque has puesto a Jehová, que es mi esperanza, al Altísimo por tu habitación, 10 no te sobrevendrá mal ni plaga tocará tu morada, 11 pues a sus ángeles mandará acerca de ti, que te guarden en todos tus caminos. 12 En las manos te llevarán para que tu pie no tropiece en piedra. 13 Sobre el león y la víbora pisarás; herirás al cachorro del león y al dragón. 14 «Por cuanto en mí ha puesto su amor, yo también lo libraré; lo pondré en alto, por cuanto ha conocido mi nombre. 15 Me invocará y yo le responderé; con él estaré yo en la angustia; lo libraré y lo glorificaré. 16 Lo saciaré de larga vida y le mostraré mi salvación.»

[17] El juicio ante el gran trono blanco: 11 Vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo y ningún lugar se halló ya para ellos. 12 Y vi los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios. Los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida. Y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras. 13 El mar entregó los muertos que había en él, y la muerte y el Hades entregaron los muertos que había en ellos, y fueron juzgados cada uno según sus obras. 14 La muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego. Ésta es la muerte segunda. 15 El que no se halló inscrito en el libro de la vida, fue lanzado al lago de fuego.

[18] Aquel día por la tarde, tuve la oportunidad de departir unos momentos con Elvis, un morador de Unión Vecinal, quien tras una de mis preguntas me respondió diciendo: En Unión Vecinal todos tienen su ganado (vacuno) y por decesión de todos, ellos pastan libremente por todo el caserío porque así cultivan la canchita y los alrededores. Cierta vez hubo un agente municipal y una persona mas que quisieron prohibir que los ganados vacunos pastaran libremente y que cada fin de mes realizaran faenas comunales, al final nadie asistía, la autoridad se cansó de citar y posteriormente tuvo que salir del lugar y Unión Vecinal sigue su ritmo de vida cotidiana, donde la casa de la señora Manuela es tácitamente el “local comunal” donde quien sea que llega de visita, acude a su grande, amplia y refrescante  casa con techo de shebón (Attalea butyracea).

[19]  En alusión a la derrota de Napoleón en la batalla próxima a la población de ese nombre en Bélgica en 1815.

[20] O Sulla, vocablo quechua que significa rocío o sereno de la madrugada.

[21] Brachiaria brizantha. Pasto adaptado y de mayor presencia en la zona.

[22] Pueraria.

[23] Ficus insípida Willd; árbol maderable de contextura blanda, cuya resina es utilizada por los lugareños como medicamento curativo para la anemia y la parasitosis, etc.

[24] Cuniculus paca; mamímero roedor de tamaño mediano, de exquisita carne, de sabor similar al cerdo.

[25] Rhytiodus microlepis; pez de la orden characiforme, de carne blanda y muy agradable.

[26] Plátano sancochado.

[27] Citrus paradisi.

[28] Al llegar de retorno al puerto de la ciudad de Pucallpa y al despedirme de uno de los miembros de la Cruz Roja le expresé mis disculpas por el cuasi rechazo de nuestros hermanos de las comunidades a la vacuna contra el COVID-19, a lo que me respondió diciendo “no te preocupes, reconocemos y respetamos su modo de pensar”.

[29] Resultados obtenidos por cada Puesto de Salud, durante la campaña de vacunación contra el COVID-19, primera dosis.

[30] Cifra brindada por el Ing. Aldo Jhon Pino, responsable de la Oficina de Programación Multianual de Inversiones (OPMI), de la Municipalidad Distrital de Masisea.

[31] Cifra brindada por el Dr. Bryan Cosinga, del Puesto de Salud de Bella Flor.

[32] Idem.

[33] Cifra brindada por el Lic. Enf. Carlos Mere, del Puesto de Salud de Junín Pablo.