sábado, 25 de junio de 2011

UNA TARDE PARA REFLEXIONAR

UNA TARDE
Una tarde
lloviznante,
apacible,
calma,
fría,
oscura,
triste,
que evoca al amor.

Una tarde
vacía,
meditabunda
que penetra
gélidamente,
y remueve
hasta lo más inerte
del sentimiento humano.

Una tarde
que yace
en nuestras entrañas,
sumergiéndonos
hasta la más ignota
pasión del amor.
y despiértase
con la brisa tempestuosa de los huracanes.

Una tarde
capaz de arrebatar
a las almas perrunas,
incluso a Satanás,
que se divisa a las almas perdidas,
en las profundidades
de las penas grises y el frío destino,
de alguna vida humana que se nos va.

Una tarde
capaz de sangrar
los sufridos corazones
al compás
de “el tren que nos separa”,
en un claro día
del ayer
que vendrá.


23:45
13 setiembre 1990.

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