lunes, 14 de marzo de 2011

NORMA

NORMA



Silueta de la Montaña del Sira,
que se divisa desde la desembocadura del Pachitea,
frente al Vista Alegre de nuestros ancestros.



Tus luceros ojos del Alba se reflejan en las frías aguas
de quebradas cascajales y árboles meliáceos,
bajo el mediodía que ciega las profanadoras miradas.

Los dorados frutos de tus erógenas colinas,
que se extienden hasta más allá del Sur,
los quiero arrancar y gustarlos.

El límpido cielo azul del horizonte,
demuestra tu jubilosa alegría;
como tu tristeza es la tormenta invernal que no cesa
sino hasta inundar las tierras más altas
de mi corazón solitario.

Si corres, eres la brisa ribereña,
que agita los seculares árboles;
si saltas, eres la ola que baña mis playas de verano,
y bamboleas las embarcaciones,
que navegan los ríos de la selva.

Si duermes, eres la interminable noche de la montaña,
que cubre de rocío el silencio del alma,
bajo fulgurantes estrellas que nos miran desde lejos
y se introducen en nuestros cuerpos
a través de los ojos que vigilan el bosque.

Si despiertas, eres el canto del agua en las mañanas,
como el trino de los pajarillos,
en las casuarinas ramas
de las orillas del Tabacoa,
allá por los caobales.

Si cantas, eres melodía sagrada de la naturaleza,
que se eleva excelsa a la eternidad,
en las dulces notas de tu voz angelical
que me devuelve la vida y arroba mi espíritu...
Norma, fantasía ambrosía.

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