DESPUÉS DEL 4 DE
OCTUBRE
Tenemos a Verónika Mendoza como candidata presidencial del
Frente Amplio, quien, según el Comité Electoral Nacional, es la ganadora de estas
justas electorales internas.
Pero también siento que me queda el sabor amargo en la boca y
un nudo en la garganta al enterarme, no fehacientemente, pero sí a través de algunas
publicaciones, de los sucesos de Pomalca, en el departamento de Lambayeque,
donde el compañero Marco Arana, de Tierra y Libertad, recibió el apoyo de dicha
población con una diferencia abismal de votos. ¿Qué de determinante fue para
anular los cerca de cinco mil votos de aquellos compañeros?
Que yo sepa, allí han hecho un gran trabajo organizativo los
compañeros de Tierra y Libertad en alianza con otras organizaciones, como los
trabajadores de la cooperativa de Pomalca y, como tal, eran previsibles
aquellos resultados.
Entonces, ¿Con que artes de magia o conjuros diablescos lograron
–los otros- que estos votos finalmente no cuenten? ¿Es justo y democrático?
Quizá esto quede para la historia, igual que allá por el año
2006 en cierta elección interna aprista, en Ucayali, una lista ganó muy lejos,
pero al segundo día, al llegar los resultados de una provincia fronteriza y sin
muchos habitantes: Purús, la otra lista obtenía la victoria.
Ha pasado una etapa compañeros, nuestra elección interna y ahí
tenemos los resultados. Y tal como acordamos en el congreso del FA en el mes de
julio, “apoyaremos la candidatura gane quien gane”. Y ahí está el compromiso de
Tierra y Libertad, cumpliremos nuestro compromiso levantando otro compromiso:
respaldar a nuestro compañero Marco Arana, porque ha dado muestras de sacrifico
y entrega por los demás, aperturando TyL hacia el FA –que cómodamente pudo haber
sido un candidato innato o único dentro de su organización y sería uno más de
los candidatos presidenciales con candidatura propia sin importarle las
elecciones internas- y ese sacrifico merece un respaldo y un poyo a prueba de
balas, pues Marco Arana encarna ese ideal de líder mesiánico que pudiéndolo
todo, lo dejó todo a merced de su pueblo, a merced del FA.
Hoy, a la luz de los hechos, el FA, el partido de izquierda
que se aventó a las bravas aguas de un mar desconocido, después de todo, ha
salido fortalecido por que ha sido el único partido que se atrevió a realizar
una elección interna abierta, libre y democrática con el concurso de toda la
población peruana que así lo quiso, sin mediar militancia alguna para elegir a
su candidato presidencial. Hoy más que nunca, toca reconfirmar los puntos en común
basado en el acuerdo programático para levantar un plan de gobierno para
cambiar el Perú desde sus cimientos; ya no más medias tintas ni gobiernos
timoratos, urge replantear acuerdos nacionales y plasmar un acuerdo nacional
popular que encare la pobreza, la inseguridad ciudadana, la corrupción y los
problemas medioambientales; pues se hace necesario devolverle a nuestra patria
aquella Constitución Política -abolida por la derecha y sus “felipillos”
representantes de las transnacionales-, derogar los contratos administrativos
de servicios y devolverle a nuestros hermanos trabajadores la dignidad de un
justo salario y el goce de sus beneficios sociales y derechos laborales, una
economía diversificada promotora del desarrollo humano y social, un plan
ambiental acorde al cambio climático y una zonificación económica ecológica
basada en un ordenamiento territorial, una educación para una juventud pensante
y una vida digna de vivir, es decir
alcanzar el buen vivir de los pueblos.
Es hora, queridos
amigos, compañeros y conciudadanos, de volver nuestras miradas hacia aquel
horizonte aun no explorado: La esperanza mariateguista de que sí es posible construir
un Perú nuevo dentro de un mundo nuevo, justo, democrático, ecológico, diverso,
digno, honesto y soberano con el Frente Amplio.