OLLANTA NO ES EL CHAPULIN COLORADO
¿Y AHORA QUIÉN PODRÁ DEFENDER AL PUEBLO?
Concluida las elecciones de la segunda vuelta electoral, el cinco de junio pasado, la prensa nacional repicó la voz del sector empresarial: la Sociedad de Radio y Televisión, CONFIEP, la Sociedad de Minería, ADEX, etc., quienes al unísono mostraron sus preocupación y temores al salir elegido Presidente del Perú, el comandante (r) Ollanta Humala Tasso y que una muestra de brindar confianza a estos sectores era que GANA PERÚ dé a conocer los nombres de quienes integrarían el gabinete ministerial, ya que de ello dependía sus estancia en el país y sus actividades financieras. Es decir el sector empresarial fue claro en su mensaje: Ollanta, o pones a gente que tira para nosotros o te hacemos la guerra. A diferencia de este sector, el pueblo no tenía ningún interlocutor, mucho menos presión para designar siquiera un ministro, salvo los deseos del electo Presidente.
Dentro de estos avatares, Ollanta Humala pidió mesura, diciendo que la designación de los ministros era competencia suya y debían esperar como lo hicieron con los otros presidentes electos; en fin, llegado el 26 de julio anunció quienes estrenan gabinete que a excepción de “La mocha” Aída García Naranjo -de conocida tendencia izquierdista- en el Ministerio de la Mujer y Desarrollo, todos responden a una línea centro derechista, incluso se habla de un cogobierno Ollanta-Toledo, por la presencia de perúposibilistas en las carteras ministeriales, algo así como “la etapa nacionalista del toledismo”. Aquí puntualizo, personalmente, que con Toledo o sin él, Ollanta Humala ya había calado en las huestes de la chakana en la segunda vuelta, porque ellos jamás hubieran votado por una candidata cuyo régimen combatieron; lo que sí saludo y reconozco es el acto hidalgo, valiente, solidario y dignificante del ex mandatario Alejandro Toledo en sumarse pública y personalmente a la propuesta nacionalista ad portas al 5 de junio, hecho que lo reivindicó como persona pública y líder de su partido y punto.
Ahora ¿Hasta qué punto estos ministros aplicarán el plan consensuado de la segunda vuelta con el cual GANA PERÚ obtuvo la mayoría electoral? ¿Hasta qué punto Ollanta Humala podrá dirigir el teatro estatal con estos actores ministeriales que vienen teledirigidos a actuar en base a otros libretos aprendidos de memoria? Hasta aquí hay una disyuntiva: Ollanta Humala termina sometiéndose a los grupos de poder con el cuento de consolidar y respetar la Democracia y el Acuerdo Nacional ó rompe con estos grupos, convoca nuevos ministros y aplica su plan de gobierno consensuado.
Por otro lado, el congreso de la república arranca con buen pie, al menos así lo demuestra la elección mayoritaria de Daniel Abugattas Majluf, como Presidente del Congreso; gracias a una equilibrada presencia de las agrupaciones políticas en las vicepresidencias. Inicialmente, esto garantiza un bloque sólido concertado para implementar los lineamientos políticos propuestos por el nacionalismo, como es el tema de la inclusión social. Nuevamente nos preguntamos ¿El poder ejecutivo implementará en la práctica las decisiones del poder legislativo? ¿Hasta qué grado de fricción podrá resistir la endeble cuerda entre estos dos poderes?
Ollanta Humala, convertido en Presidente, tiene el compromiso de conducir a buen puerto el barco llamado “Honestidad es la diferencia” luego de un largo viaje, con una tripulación disímil: unos queriendo utilizar las velas para mitigar el esfuerzo de la gente, otros queriendo utilizar los remos para aprovechar la fuerza de la gente, ambos bajo un buen tiempo: ´vientos que soplan aires de crecimiento y estabilidad económica´; con la salvedad que en el puerto, la población espera con ansias su llegada con sus novedosos productos: inclusión social (hambre, alimentación, educación, salud, trabajo), la baja del precio del gas, pensión 65, CUNAMAS, Beca 18, la lucha anticorrupción, los beneficios laborales de los obreros y empleados, la soberanía nacional, inversión y financiamiento al agro y la microempresa, lucha contra la delincuencia y seguridad ciudadana, etc. Si este barco que conduce Ollanta Humala no llega al puerto con estos productos primarios esperados, ansiosa e históricamente desde hace mucho tiempo por la población, ésta se le vendrá encima, pues no hay excusa. Lógico ¿Por qué? Veamos:
1. El Presidente saliente, Alan García Pérez, como parte de esa generación heredera que dizque logró la estabilidad económica del Perú y firmó un Pacto de Gobernabilidad y el Acuerdo Nacional, desde Alberto Fujimori Fujimori, pasando por Valentín Paniagua Corazao, Alejandro Toledo y el suyo propio, sostiene y afirma a los cuatro vientos que está dejando un país con cuentas en azul y que el Perú goza de una estabilidad económica, con obras de infraestructura básicas para la producción y el desarrollo (carretera interoceánica, tren eléctrico, canales de irrigación, hidroeléctricas, puertos estratégicos, redes eléctricas, colegios emblemáticos, hospitales, etc.) y una sarta de grandilocuencias con su Cristo del Pacífico, incluido.
2. En su campaña electoral, Ollanta Humala acuñó la frase “Honestidad es la diferencia”, y levantó la propuesta de “La Gran Transformación” que contiene una serie de objetivos y metas, con las cuales logró llegar al grueso del electorado y remontó a sus adversarios.
3. La sociedad peruana y algunos sectores decisorios incidieron que Ollanta cediera terreno estratégicamente en puntos neurálgicos de su plan de gobierno, como el juramento de no cambiar la Constitución Política -determinante para aplicar cambios contundentes en la política peruana-, no estatizar las empresas, respetar la libertad de prensa y expresión, no tocar los fondos de las AFPs para otros fines y mil veces respetar el orden democrático establecido por el sistema imperante´. Esta misma condición imperativa, reconocía la expectativa del pueblo por Ollanta Humala y su propuesta, teniendo por tácito que al llegar al gobierno debe ejecutarlas. ¿Qué tanto? Eh ahí el dilema.
Con un país en `saludables condiciones`, con una sociedad concertante y una propuesta concensuada, lo único que se espera es un gobierno nacional con un Presidente que cumpla su promesa. De lo contrario, el pueblo vivirá otra frustración, que no estamos dispuestos a aceptarlo, es ahí donde vemos a Ollanta en un dilema: o termina sometiéndose a los grupos de poder metiendo palo al pueblo con el cuento de consolidar y respetar la Democracia y el Acuerdo Nacional ó se distancia inteligentemente de estos grupos, convoca nuevos ministros, llama a un referéndum y aplica su plan de gobierno consensuado.
Con todo lo dicho, creo que hay un arduo camino que recorrer para que las acciones gubernativas redunden a favor del pueblo -claro está que tendrá que hacerlo gradualmente- quien en última instancia es y será el único llamado a defenderse y hacer respetar el cumplimiento del plan de gobierno, porque Ollanta no es el Chapulín Colorado que solito va a defender al pueblo aunque sus deseos sean muy generosos, pues solo no va a poder, necesita del poder del pueblo. Si Ollanta se precia de gobernar para el pueblo, entonces marchamos juntos a luchar contra el sistema y el orden imperante, como ya lo dijo él en la noche del 28 de julio, “el debate político está en las calles y no en el congreso”. Por eso, la calle, donde está el populorum, está agradecida y pendiente de su cumplimiento de lo anunciado en su primer mensaje a la Nación: El aumento del salario mínimo vital, pensión 65, CUNAMAS, Beca 18, la construcción de hospitales en cada una de las provincias del país, el consejo económico social como parte del Acuerdo Nacional, respetar y negociar los tratados y contratos, financiamiento de los agricultores a través de Agrobanco, Lote 88 del gas de Camisea para el consumo nacional, respeto irrestricto de la libertad de prensa y de expresión, etc.; de lo contrario habrá que seguir en la brega de consolidar las bases de un auténtico gobierno popular sin medias tintas: O ellos o nosotros. No hay puntos medios ni dubitaciones y digo esto, porque aposté por la propuesta nacionalista con sus puntos y comas, reafirmado por Ollanta en su mensaje al manifestar que el crecimiento económico debe ser con inclusión social y que “No es democracia si ella convive con la miseria”, invocando a Nelson Mandela.
Al iniciar el gobierno del comandante (r) Ollanta Humala Tasso, como Presidente de la República del Perú, legítimamente elegido, saludo su valiente acto de juramentación legalmente en todos los sentidos que terminó “…honrando el espíritu, los principios y los valores de la Constitución de 1979”, frase que incomodó a la bancada fujimorista del congreso. Comandante Presidente, cuenta con nuestro respaldo, el futuro es nuestro y la historia lo rubricará.